Te conocí y
toda mi concepción de universo cambió, de repente, las descaradas sincronías me
hablaban literalmente de segundas últimas oportunidades. Recuperé parte de mi memoria
olvidada, humana y quizá posthumana. Supe que probablemente en ti estaban las
respuestas a muchas de mis preguntas. Comencé a entender que las casualidades
no existen. Gracias a ti me encuentro nuevamente en el camino de una búsqueda
cada vez más consciente.
A ti, Adán,
por resultar ser la llave que abría la puerta que yacía en mi interior.